Cerler es el pueblo más alto del Pirineo Aragonés, a 1540 m. de altitud, un conjunto arquitectónico con más de 10 siglos de historia: sus amplias casas, sus patios interiores porticados, y sus angostas calles han sido minuciosamente restauradas y conservadas. Su estratégico emplazamiento permite contemplar la majestuosidad del valle. En el corazón de Cerler se encuentra la “Casa Cornell”, una antigua Casa Señorial de la que ya en el siglo XIII aparece documentación de los Cornel, vinculada a Jaime I el Conquistador.
Pere Cornel es ayo del rey Jaime. Su hijo Luis es enterrado en Valencia recién conquistada. Sus nietos son señores de Alfajarín y otros pueblos de Aragón. Y todos ellos miran hacia Cerler. Pedro Cornel, obispo de Tarazona en el siglo XV, pide ser enterrado en el solar de sus antepasados, en casa Cornel de Cerler. Juan Manuel Cornel, obispo de Barbastro en el siglo XVIII, regresa a ella con asiduidad y hace construir un oratorio para su recogimiento.
La rama de los Cornel, a través de los siglos, se extiende y ramifica. Antonio Cornel es ministro en el siglo XVIII, otros son militares, curas, Mariquita Cornel prueba su hidalguía y limpieza de sangre para entrar en Sigena y más tarde es abadesa de dicho monasterio. Los que se quedan en la casa siguen el ritmo de la vida según los tiempos y son ellos quienes la mantienen.
Escasez, bonanza, tradición, guerras, todos los pensamientos y deseos quedan reflejados en un árbol genealógico: el de Casa Cornel.